Examinemos las cosas: la ley [para limitar] las escuchas telefónicas, la reforma del Senado, las intervenciones sobre la RAI, el artículo 18 [del estatuto del trabajador] cancelado por el Jobs Act* (como es de fea esta expresión, Jobs Act), tantas cosas que, si hubieran sucedido hace quince años bajo el reinado del Señor de Arcore (Silvio Berlusconi) habrían llenado completamente las calles de manifestantes, y las páginas de los periódicos. ¿Qué pasó entonces, que nos sucedió para que un silencio tan horroroso se abatiera? Para que se produjera este adormecimiento paradójico, ¿esta anestesia general? ¿Recuerdas la vieja fabula « El flautista »? Un flautista hechiza las ratas de la ciudad y las conduce al río donde se ahogan, liberando así la ciudad. Pero como la gente de la ciudad… no tiene palabra y no le paga, se venga y con su flauta encantada, hechiza esta vez a los niños de la ciudad y se los lleva con él.

Lo mismo ocurrió con los periodistas, que deberían ser los primeros en ser conscientes de la importancia de la información: ¡a fuerza de tocar la flauta, adormecieron demasiadas personas! Pero no es sólo el problema de la prensa escrita. Hoy, tenemos una clase de intelectuales que olvidó en gran parte utilizar el tambor, un instrumento formidable para despertar a los niños aturdidos. La inmensa mayoría calla, ya no tienen dignidad y por lo tanto ya no se indignan. Esto es lo que es terrible e increíble: la falta de indignación. ¡Esto supera con creces la traición de los clérigos! Todos piensan lo mismo: pero ¿por qué entonces debo yo exponerme? Tal vez algún día voy a necesitar algo, un favor, una mano del que estoy criticando.
Todo se juega en el miedo del chantaje, en la posibilidad de obtener alguna ventaja para sí mismo. Aquellos que hacen la información y la opinión comprendieron esto: es preciso permanecer en el juego. Si te pones a criticar, o incluso a hacer observaciones o reflexiones incómodas, serás pura y simplemente eliminado. Ahora se ha adoptado la costumbre: se hacen listas con los nombres de los que se « comportaron mal ». Aquel cuya cabeza sobrepase las filas es expulsado, osea totalmente fuera del juego.

Las consecuencias de este pensamiento, no «único» sino esclavizado, conformista y oportunista son terribles: los anticuerpos desaparecen poco a poco. Esto crea potencialmente una sociedad de ineptos, de lambeculos. Basta con mirar a los parlamentarios que explican su cambio súbito de opinión por la vieja excusa de «tengo una familia», un estribillo tantas veces escuchado en el tiempo del fascismo. Hoy veo claramente a la libertad de expresión encercada, y a las personas que tienen el coraje de expresarse marginalizadas. Siempre el poder quiere silenciar las voces disidentes: pero en un sistema sano, generalmente encuentra un límite en los que se le oponen. Los intelectuales, un tiempo, orientaron la opinión pública. ¿Pero hoy en día, quién se atreve a alzar su cabeza?
NdT
*Jobs Act : Ley puesta en marcha por el Gobierno de Matteo Renzi reformando en profundidad el mercado de trabajo, que suprime especialmente artículo 18 del Estatuto de los trabajadores, que los protegía contra los despidos abusivos. Para darle una apariencia de «modernidad» se le dio un nombre gringo de una ley promulgada por Obama en 2012 en favor de las Pequeñas y Medianas Empresas.

Fotos: Matteo Renzi en el Carnaval de Viareggio 2015